generated by sloganizer.net

sábado, noviembre 14, 2009

Notas para ir en contra del destino.

Notas para la mañana siguiente.

“I know you want me, you know I want cha”… Estoy bailando arriba una banca en casa de un amigo; con un vaso medio lleno, medio vacío de cerveza. Realmente no estoy de buen humor y no estoy ebria, pero como me gustaría. “Yo también quiero bailar” me dice una chica… “pues súbete” y la tomo de la mano para ayudarla a subir, mientras baila estoy pensando: pinche destino hijodeputa.

***

Cuándo dos personas comienzan una relación “formal” se establece un contrato, implícito y explicito. Se firma la exclusividad. Cuando alguna de las partes rompe el establecido contrato, la acción siguiente es meter a la chingada todas sus cosas en bolsas de plástico dejárselas en la calle, no vuelve a poner un pie en esa casa.

***

“Nunca podemos vernos, por una cosa o la otra... son mamadas” le digo molesta, aborrezco que mis planes no salgan como yo quiero. “Es el destino”, me contesta con una sonrisa virtual. Pero iba a vencerlo, nos volveríamos a ver aunque tuviera que morder la mano del destino. Y tenía las cosas a mi favor... como hasta las 7 de la tarde.

***

Los eventos sociales habían saturado la agenda el mismo día, y pensaba presentarme a cada uno de ellos. Empecé en el Mexicali Rose, en la expo del Lenguarrosa. Apenas iba entrando en calorcito... cuando mi acompañante sale como una ráfaga del lugar: “¡Vámonos!” Ante aquel imperativo era imposible negarse... “con permiso” digo a mi interlocutor y me retiro.

***

Vamos por una carretera oscura y polvosa. No tengo idea de donde estoy. Tengo miedo de quedarnos sin gasolina, de que nos choquen, o que le entre un impulso suicida al conductor y nos mate a ambas. “Dime algo, tranquilízame” me dice después de un rato de ir en silencio. “Creo que yo también me estoy alterando”... es lo único que atino a decir. Ella y su hermana van a buscar al par de adúlteros, sin resultados. Mientras, yo me quedo en casa cuidando al bebé, buscando un cigarro.

***

Creí que perdería la razón, alcanzo a distinguir rabia, dolor, está a punto de romper en llanto... y hasta un poco de alegría. Está muy alterada, me da indicaciones para ir a no sé donde, a buscarlo; yo solo le doy un trago a mi cerveza, esperando que la policía no ande cerca. No vemos su carro, vamos a su casa... a poner sus cosas en bolsas. No la vio venir. El destino estaba en su contra. Cuando ella se enteraba de sus fechorías a mil kilómetros de ahí, el era descubierto en flagrante engaño por la misma hermana de su víctima. Cuando creyó salirse con la suya, la dirección del viento cambio... en contra.

***

Terminé manejando yo. Ella no quería dejar sola su casa, le preocupaba que le robaran. Pero al llegar no pude encontrar sus llaves ni mi celular. Mientras yo revolvía su enorme bolso ella hizo el acto de la noche: Se sienta, se recoge la falta y abre las piernas, una vez hecho esto, procede a vomitar copiosamente. Ni siquiera quise voltear, solo seguí buscando. Se me empareja una patrulla, y el oficial me dice buenas noches, que si acabamos de llegar; le digo que si, casi sin voltear a verlo, en realidad no estaba tan sobria. Hizo una pausa y me preguntó donde vivía, mientras ella seguía vomitando, voltee a verlo, señalé el departamento y le digo “aquí mero”. Vuelve a hacer una pausa, y yo pensando que me van a quitar el carro y lo meterán al corralón, y a nosotras nos iban a trepar... a barandillas 36 horas... ya valió. Buenas noches, me dice el oficial... ándele pues. A la mañana siguiente nos dimos cuenta que las llaves estuvieron con nosotras todo el tiempo, ya que.

***

Dejé que las hermanas desahogaran un poco la frustración que sentían... hablando. Dijo sentirse feliz, liberada, catártica. Quise creerle. Ahora si tenía ganas de parrandear, ¿A dónde vamos? La opción viable era aquella en la que no teníamos que pagar ni comprar cerveza, pasaban de las doce. Una vez más el destino me impidió visitarlo. Ni modo, algún día terminaré mordiendo la mano del destino. Llegamos a esa casa, saludé. De manera rápida, indolora y resuma pusimos al tanto de lo acontecido a nuestros amigos, para que se unieran al propósito. Realmente no estaba de humor... mi vaso estaba medio lleno, medio vacío... me subí a una banca a bailar...


viernes, noviembre 06, 2009

Mis calcetines están felices.

Mis calcetines están felices. Son naranja y rojo, amarillo y azul. Cada dedito tiene un rosado y sonriente rostro. Están entrelazados a tus calcetines, que no sé si estén felices, espero yo que si. Y siguiendo a los dichosos calcetines van las piernas, una en medio de la otra. Los torsos sólo están separados por las manos y los brazos enredados, creando espacio entre ambos. Los rostros se han colocado tan cercanos que hasta confundo tu aliento con el mío, los labios casi rozándose. Guardo silencio porque escucho. Escucho hablarme. Hablarme de cómo el universo nos puso uno frente al otro, en un rinconcito de la cama. Abro los ojos y los cierro. Los abro y siento la humedad de tus lágrimas. Los cierro, nada interrumpe la sensación de tus palabras. Voy, vengo y me deleito entre luz y sombra del ser de tu diálogo. Pausa. ¿Estás ahí? Pausa. Se cortó la comunicación… regreso a la habitación donde nunca has estado. Chingadamadre. Pero mis calcetines siguen felices.