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martes, octubre 17, 2006

Vida de mariposa.

Hace algunos años (y todavía algunas veces) pensaba que seria maravilloso llevar una vida de mariposa. Un bien día salir de la crisálida, volar y morir irremediablemente. En ese tiempo, obviamente, despreciaba la vida propia más que ninguna otra. Pasaron mis crisis y terminé amando mi existir.

Curiosamente, después de un fin de semana muy “liberal” (léase: mucho alcohol, drogas, sin supervisión “adulta”) por la mañana, mientras buscaba la “salvia divinorum” de mi hermano, vi volar una mariposa y de la nada caer.

Mas tarde, recibí una llamada de un familiar, anunciándome que su esposo había muerto, un derrame cerebral. Entre lagrimas me describo la escena, en un momento estaban conversando, al otro; se había desvanecido, para cuando llegaron al hospital ya había muerto. Y a sus 30 y tantos.

Me parecía horrible aquel relato, pero no llego a más. En la noche en su velorio, recordé lo que alguna vez pensé que seria fabuloso: Una vida de mariposa.

Era tan triste pensar que aquel hombre había muerto en la mitad de su vida. Como aquella mariposa, había muerto en pleno vuelo. No pude evitar llorar, y esta vez si me lo permití, se ocultaba con la ocasión.

Cuando llegue a casa levante el cuerpo de la mariposa y lo puse en medio de mi mano, el viento me la arrebato. Dio su último vuelo