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lunes, abril 28, 2008

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Calamaro me ha enseñado una cosa hoy: Que la honestidad tiene que ser brutal...
Y ha llegado la hora.

viernes, abril 04, 2008

regresando del olvido.

Una vez más siento que me carga la chingada. Puras de esas conmigo.

Últimamente me he sentido muy estable. Tengo cambios de humor, como cualquier persona, pero ya no me siento tan explosiva e irracional como antes. Siento que tengo planeada demasiado bien mi vida. De cierta manera, necesito algo que me altere, ya tiene mucho que no tengo esos arranques pasionales por las cosas como antes; escribo pretensiosamente, las cosas que aprendo como que no las estoy apreciando como antes, no puedo ni dibujar (comprobado hoy en la noche). Necesito algo que me encienda, que me arranque de esta absurda realidad que me estoy construyendo alrededor, que al final terminará aplastándome, o peor; encerrándome en un mundo superficial, vació, predecible, lleno de personas que no me conocen por dentro, un mundo de adultos.

Muchas veces me preocupa ser un adulto. Un adulto “como debe ser”. Veo a los mayores a mi alrededor y se que no son malas personas, pero no son ni la mitad de lo que fueron en su juventud. Toda la fuerza, la ira, la inconformidad, el idealismo… todo se fue. Y quedaron solo responsabilidades y nada de satisfacciones. Yo no quiero ser así, no quiero dejar mis ideas solo por que tengo un empleo, hijos y una casa que mantener. Quiero que mis ideas pasen a una siguiente generación y que las mejores, y que mejoren el mundo. Se dice que uno tiene que madurar y crecer… no puedo evitar crecer… el tiempo no se detiene por nadie, pero si le tengo miedito a madurar, al menos si de la manera que me han enseñado.

A veces (como todas las personas) he tenido ganas de dejarlo todo y vivir ensimismada. No se puede. Es muy triste, más de lo que puedo soportar. Pero es que hay veces en que las relaciones humanas me provocan nauseas. Siento que todo lo que hacemos y decimos es solo un trueque barato. Que las personas son amables con otras personas para obtener beneficios a cambio: favores, conversación, compañía, lealtad, etc. Lo peor es que a veces siento que yo soy igual, que solo intercambio compañía por conversación. No soy de las personas que no soportan estar solas, considero que me las arreglo bastante bien en soledad, pero siempre es rico decir lo que pasa por mi mente a otras personas, personas de verdad… que escuchan y fingen entender (o que de verdad lo hacen). Y la verdad no se que tan necesario sea, pero siempre veo a la gente en busca de esa otra persona, entre un mar de personas que son totalmente iguales. ¿Qué tiene de especial esa otra persona, que puede ofrecerte esa y solo esa persona? Creo que no lo sabré… porque soy igual a todos los demás.