generated by sloganizer.net

sábado, octubre 24, 2009

Noche Oscura.

Me despierto. Estoy en la cama con mi mejor amiga, su novio está dormido en el sofá. La pantalla plana está encendida, pero en silencio. Voy al baño y me veo al espejo... ¡madres! Mi maquillaje está más que embarrado en mis parpados y mi cabello rizado está enmarañado y mal peinado. Salgo y todo sigue en silencio, busco en mi bolsa las llaves de mi carro, pero no están. Luego me acuerdo, no me dejaron manejar a mi casa, y tuvieron que esconderme las llaves... tendré que esperar a que despierten.


Es incomodo dormir con pantalón de mezclilla y la blusa tipo halter que traía. En realidad no recuerdo si la ropa me estorbó o no. Ni siquiera recuerdo cuando me quedé dormida.


El Duke se puso chingón. Por treinta pesos tenias derecho a barra libre de 9 a 1. Una ganga. Primero estuve tomando cerveza, pero pensé que a ese paso jamás lograría mi objetivo, así que empecé con los “vodka piñas”. Pero el bartender le ponía tan poco vodka, que decidí regresar a la cerveza, al menos así estaría segura de mi ingesta de alcohol. Aunque el vodka ya había empezado su trabajo.


No tenia idea de donde estaban mis tacones. Temí por un segundo que los hubiera perdido. Después de hacer memoria por un rato, recordé... estaba en el asiento trasero del carro, haciendo piruetas extrañas, obviamente me habia quitado los zapatos. Cuando llegamos a casa de mi amiga, su novio me dijo “a ver, dame la mano” pero no quise, así que salí por la otra puerta y ni siquiera bajé mis zapatos. No se como recordé bajar la bolsa.

“¿A quién le estás hablando, Joy? ¡No le vayas a llamar a mi mamá!” Le decía a mi mejor amiga, cuando me arrebató el celular y empezó a marcar un numero en el teléfono, “le estoy marcando a alguien que puede hacerte entrar en razón, bueno, ¿Jorge?, soy Joy, Diana anda hasta la madre y se quiere ir a su casa, dile algo”. Me reservaré los detalles de esa pequeña conversación al ser en extremo íntimos, pero diré que fueron los tres minutos más tristes de mi vida. Se cortó la llamada y aventé el teléfono, Joy pensó que nos habíamos peleado pero le aclaré que el saldo se le había acabado.


Le había prometido a Jorge que lo llamaría cuando anduviera bien peda. Quería saber como soy cuando estoy embrutecida con el alcohol. Ese era la meta de esa noche, ponerme hasta la madre, ir a mi casa y hablar con el hombre que más amo, al menos por ahora. Pero mis planes se vieron frustrados por la moralidad y buena voluntad de un hombre, Brian. Decidió que no era apta para volver a mi casa manejando, aunque viva a menos de 10 calles de ahí. La probabilidad de que tuviera razón es muy alta, pero aun así hice mi berrinche. Detesto cuando las cosas que planeo no resultan, y eso pasa muy seguido.


Desayunamos huevos con salchicha y tortillas de harina... tenia años que no me comía una tortilla de harina, y esas eran recién hechas... y un té helado. Cuando ando cruda no hay nada mejor para mí que un Arizona bien helado. Ya por la mañana andaba muy modosita, dijera mi mamá, ya no quería pelear, a penas si hablaba. Si, me sentía avergonzada por mi comportamiento de la noche anterior. Generalmente solo me tiro en la cama o en un sofá y me duermo. Pero ahora tenia motivaciones internas y mi lóbulo frontal estaba totalmente noqueado, salió el borracho enfadoso que hay dentro de todos nosotros. Me pase al menos una hora llorando “déjenme ir a mi casa”, “me quiero ir” y cosas por el estilo, como si me tuvieran secuestrada, hasta intenté escapar, pero fue sorprendida...


Joy se iba a quedar con mi carro para hacer algunas cosas, así que me llevaría a mi casa. Le pide a Brian las llaves, se nos queda viendo... ¡y levanta el colchón! Las había puesto ahí para que no pudiera encontrarlas. Sin duda fue el mejor escondite que pudo haber encontrado, nunca se me hubiera ocurrido buscarlas ahí. Pero algo faltaba... la llave del carro... solo estaba mi llavero de Pucca y la llave de mi casa. Nos quedamos viendo, como si los tres hubiéramos pensado lo mismo en ese instante... el forcejeo. Cuando llegamos a casa de Joy, después de que me aseguraron que yo no saldría de esa casa hasta la mañana siguiente, intenté robarme las llaves, y lo logré por un segundo, pero eran cuatro manos contra una mía. Era todo lo que sabíamos, después nos dimos cuenta que el arillo se abrió con tanto jaloneo, y la llave había quedado pegada en el switch del carro. Yo no pude hacer otra cosa más que reírme y jurar que no volvía a tomar, que lo dudo mucho.


Brian y algunos vecinos intentaron hacer una ganzúa con un gancho de ropa, pero no pudieron abrirlo, mi hermano tuvo que traerme la copia que tenia en mi casa. Yo no sé por qué no me fui con el a casa, pero no lo hice. Cuando pensamos que todo había pasado, nos subimos al carro. No habíamos avanzado dos cuadras cuando el carro se apago. Tuvimos que empujarlo para orillarlo y tratar de encenderlo de nuevo. No lo logré, así que ahí vamos caminando otra vez de regreso a casa de Joy, empezaba a sentir que nunca iba a llegar a mi casa. Brian fue a ver mi carro... lo encendió pero empezó a salir mucho humo, se baja y me pide que lo encienda para ver por qué sale humo... lo enciendo y algo sale volando... me dice “ya no... se reventó la banda”. No sé que sea ni para que sirva, pero ya se chingó.


Me regresé en camión a mi casa. Y la regañada por no avisar que no llegaba a la casa, aunque lo hice. Me tacharon de mentirosa, así que tuve que explicar todo lo anterior.

martes, octubre 06, 2009

Madres!

Tengo un chingo sin escribir algo en este pobre blog. Pero estando de 11 de la mañana a 10 de la noche en la escuela no queda tiempo ni ganas de andar de blogger. Menos ahora con esta jodida influenza que me dio, ya no siento lo duro sino lo tupido. Ya necesito unas vacaciones, o mejor aun... terminar la carrera, me conformo con las vacaciones.