La serpiente
La serpiente, cansada de bailar, regresa a su cesto. Pero ya no hay encantador, ni flauta. Ya no hay quien quite la tapa del cesto. Ya no hay quien la haga bailar. ¿Qué pasará con la serpiente? ¿Acaso morirá encerrada? Nunca. Ella dormirá. Pero el próximo encantador, quien quite la tapa, pagará por el maltrato recibido. Al quitar la tapa saltara a su rostro, a su cuello, a su pecho. E inyectará todo el veneno que generó en su encierro
¡Ay, pobre del encantador ingenuo!
1 Comments:
¡¡¡Pobre del encantador-encantado!!! Se dejó llevar por la curiosidad y la mordida lo encantó para siempre. Pobre del encantador-gato, la curiosidad lo mató otra vez.
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