No quiero nada.

Ya no quiero estar en paz, no quiero moverme, no quiero bullicio ni fiesta. No quiero escuchar nada, a nadie. No quiero saber de familia, de amigos, de fechas, de citas. No quiero nada. No quiero luz, no quiero sombras. No quiero amor, no quiero odio; ni ninguno de sus puntos intermedios.

Quiero estar sola, conmigo. Estar en un lugar donde no necesita una personalidad, ni defenderla. Quiero olvidarme de la maldita vanidad, vivir solamente de una camisa apretada, unos pantalones sueltos, sin mas peinado que el natural, caminar descalza. Un cuarto sin muebles, sin ventanas ni pintura.

No quiero expresarme, no quiero hablar, escribir, dibujar, recortar; no lo deseo más. No más danza para mí, al demonio con el canto. No más hablar en lenguas extranjeras, nunca mas entonar una oración. No mas dolor, no mas amor, no mas miedo, no mas esperanzas ¡eterno silencio! No más libertad, que me encadenen a mis pensamientos.

No quiero nada. Lo quiero todo. No deseo conocer mi futuro, ya no mas. Que se sublimen mi pasado y el futuro, en un instante, en un segundo del presente; en tremenda explosión, y que no quede nada de mi, órganos, sangre, huesos, ni partícula mía. Que no queden historias para contar.