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sábado, marzo 19, 2011

Es interesante.

Nunca me había puesto a pensar en lo fascinantes que son las plantas, con su sistema nervioso primitivo. En realidad solo viven para seguir viviendo. Y ni siquiera son conscientes de que viven. Es decir, en las noches, cuando la luz de la luna llena vuelve mas brillante la oscuridad, ellas no pueden decir "¡pero que noche tan preciosa!"; y cuando el viento fresco les revuelve los pétalos no sienten ese escalofrío en la espalda y piensan: carajo, estoy viva. Sólo crecen para esparcir su polen y crear otras plantas.

Es interesante pensar que algunas veces nosotros somos así.
Más interesante pensar que una planta, con su sistema nervioso primitivo, me hizo darme cuenta de ello.

lunes, enero 17, 2011

Me da tristeza

No haber escrito nada en tanto tiempo. Tengo varias ideas, tengo tiempo... lo que no tengo es ganas. Y eso me da mucha tristeza.

domingo, marzo 14, 2010

Yo no creo en las hadas.

Yo no creo en las hadas.

Creo que el mundo se está yendo a la mierda.

Creo que la gente es una basura.

Creo que el amor no puede salvarme.

Creo que no creo. Lo sé.

Pero no creo en las PUTAS hadas.



sábado, noviembre 14, 2009

Notas para ir en contra del destino.

Notas para la mañana siguiente.

“I know you want me, you know I want cha”… Estoy bailando arriba una banca en casa de un amigo; con un vaso medio lleno, medio vacío de cerveza. Realmente no estoy de buen humor y no estoy ebria, pero como me gustaría. “Yo también quiero bailar” me dice una chica… “pues súbete” y la tomo de la mano para ayudarla a subir, mientras baila estoy pensando: pinche destino hijodeputa.

***

Cuándo dos personas comienzan una relación “formal” se establece un contrato, implícito y explicito. Se firma la exclusividad. Cuando alguna de las partes rompe el establecido contrato, la acción siguiente es meter a la chingada todas sus cosas en bolsas de plástico dejárselas en la calle, no vuelve a poner un pie en esa casa.

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“Nunca podemos vernos, por una cosa o la otra... son mamadas” le digo molesta, aborrezco que mis planes no salgan como yo quiero. “Es el destino”, me contesta con una sonrisa virtual. Pero iba a vencerlo, nos volveríamos a ver aunque tuviera que morder la mano del destino. Y tenía las cosas a mi favor... como hasta las 7 de la tarde.

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Los eventos sociales habían saturado la agenda el mismo día, y pensaba presentarme a cada uno de ellos. Empecé en el Mexicali Rose, en la expo del Lenguarrosa. Apenas iba entrando en calorcito... cuando mi acompañante sale como una ráfaga del lugar: “¡Vámonos!” Ante aquel imperativo era imposible negarse... “con permiso” digo a mi interlocutor y me retiro.

***

Vamos por una carretera oscura y polvosa. No tengo idea de donde estoy. Tengo miedo de quedarnos sin gasolina, de que nos choquen, o que le entre un impulso suicida al conductor y nos mate a ambas. “Dime algo, tranquilízame” me dice después de un rato de ir en silencio. “Creo que yo también me estoy alterando”... es lo único que atino a decir. Ella y su hermana van a buscar al par de adúlteros, sin resultados. Mientras, yo me quedo en casa cuidando al bebé, buscando un cigarro.

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Creí que perdería la razón, alcanzo a distinguir rabia, dolor, está a punto de romper en llanto... y hasta un poco de alegría. Está muy alterada, me da indicaciones para ir a no sé donde, a buscarlo; yo solo le doy un trago a mi cerveza, esperando que la policía no ande cerca. No vemos su carro, vamos a su casa... a poner sus cosas en bolsas. No la vio venir. El destino estaba en su contra. Cuando ella se enteraba de sus fechorías a mil kilómetros de ahí, el era descubierto en flagrante engaño por la misma hermana de su víctima. Cuando creyó salirse con la suya, la dirección del viento cambio... en contra.

***

Terminé manejando yo. Ella no quería dejar sola su casa, le preocupaba que le robaran. Pero al llegar no pude encontrar sus llaves ni mi celular. Mientras yo revolvía su enorme bolso ella hizo el acto de la noche: Se sienta, se recoge la falta y abre las piernas, una vez hecho esto, procede a vomitar copiosamente. Ni siquiera quise voltear, solo seguí buscando. Se me empareja una patrulla, y el oficial me dice buenas noches, que si acabamos de llegar; le digo que si, casi sin voltear a verlo, en realidad no estaba tan sobria. Hizo una pausa y me preguntó donde vivía, mientras ella seguía vomitando, voltee a verlo, señalé el departamento y le digo “aquí mero”. Vuelve a hacer una pausa, y yo pensando que me van a quitar el carro y lo meterán al corralón, y a nosotras nos iban a trepar... a barandillas 36 horas... ya valió. Buenas noches, me dice el oficial... ándele pues. A la mañana siguiente nos dimos cuenta que las llaves estuvieron con nosotras todo el tiempo, ya que.

***

Dejé que las hermanas desahogaran un poco la frustración que sentían... hablando. Dijo sentirse feliz, liberada, catártica. Quise creerle. Ahora si tenía ganas de parrandear, ¿A dónde vamos? La opción viable era aquella en la que no teníamos que pagar ni comprar cerveza, pasaban de las doce. Una vez más el destino me impidió visitarlo. Ni modo, algún día terminaré mordiendo la mano del destino. Llegamos a esa casa, saludé. De manera rápida, indolora y resuma pusimos al tanto de lo acontecido a nuestros amigos, para que se unieran al propósito. Realmente no estaba de humor... mi vaso estaba medio lleno, medio vacío... me subí a una banca a bailar...


viernes, noviembre 06, 2009

Mis calcetines están felices.

Mis calcetines están felices. Son naranja y rojo, amarillo y azul. Cada dedito tiene un rosado y sonriente rostro. Están entrelazados a tus calcetines, que no sé si estén felices, espero yo que si. Y siguiendo a los dichosos calcetines van las piernas, una en medio de la otra. Los torsos sólo están separados por las manos y los brazos enredados, creando espacio entre ambos. Los rostros se han colocado tan cercanos que hasta confundo tu aliento con el mío, los labios casi rozándose. Guardo silencio porque escucho. Escucho hablarme. Hablarme de cómo el universo nos puso uno frente al otro, en un rinconcito de la cama. Abro los ojos y los cierro. Los abro y siento la humedad de tus lágrimas. Los cierro, nada interrumpe la sensación de tus palabras. Voy, vengo y me deleito entre luz y sombra del ser de tu diálogo. Pausa. ¿Estás ahí? Pausa. Se cortó la comunicación… regreso a la habitación donde nunca has estado. Chingadamadre. Pero mis calcetines siguen felices.

sábado, octubre 24, 2009

Noche Oscura.

Me despierto. Estoy en la cama con mi mejor amiga, su novio está dormido en el sofá. La pantalla plana está encendida, pero en silencio. Voy al baño y me veo al espejo... ¡madres! Mi maquillaje está más que embarrado en mis parpados y mi cabello rizado está enmarañado y mal peinado. Salgo y todo sigue en silencio, busco en mi bolsa las llaves de mi carro, pero no están. Luego me acuerdo, no me dejaron manejar a mi casa, y tuvieron que esconderme las llaves... tendré que esperar a que despierten.


Es incomodo dormir con pantalón de mezclilla y la blusa tipo halter que traía. En realidad no recuerdo si la ropa me estorbó o no. Ni siquiera recuerdo cuando me quedé dormida.


El Duke se puso chingón. Por treinta pesos tenias derecho a barra libre de 9 a 1. Una ganga. Primero estuve tomando cerveza, pero pensé que a ese paso jamás lograría mi objetivo, así que empecé con los “vodka piñas”. Pero el bartender le ponía tan poco vodka, que decidí regresar a la cerveza, al menos así estaría segura de mi ingesta de alcohol. Aunque el vodka ya había empezado su trabajo.


No tenia idea de donde estaban mis tacones. Temí por un segundo que los hubiera perdido. Después de hacer memoria por un rato, recordé... estaba en el asiento trasero del carro, haciendo piruetas extrañas, obviamente me habia quitado los zapatos. Cuando llegamos a casa de mi amiga, su novio me dijo “a ver, dame la mano” pero no quise, así que salí por la otra puerta y ni siquiera bajé mis zapatos. No se como recordé bajar la bolsa.

“¿A quién le estás hablando, Joy? ¡No le vayas a llamar a mi mamá!” Le decía a mi mejor amiga, cuando me arrebató el celular y empezó a marcar un numero en el teléfono, “le estoy marcando a alguien que puede hacerte entrar en razón, bueno, ¿Jorge?, soy Joy, Diana anda hasta la madre y se quiere ir a su casa, dile algo”. Me reservaré los detalles de esa pequeña conversación al ser en extremo íntimos, pero diré que fueron los tres minutos más tristes de mi vida. Se cortó la llamada y aventé el teléfono, Joy pensó que nos habíamos peleado pero le aclaré que el saldo se le había acabado.


Le había prometido a Jorge que lo llamaría cuando anduviera bien peda. Quería saber como soy cuando estoy embrutecida con el alcohol. Ese era la meta de esa noche, ponerme hasta la madre, ir a mi casa y hablar con el hombre que más amo, al menos por ahora. Pero mis planes se vieron frustrados por la moralidad y buena voluntad de un hombre, Brian. Decidió que no era apta para volver a mi casa manejando, aunque viva a menos de 10 calles de ahí. La probabilidad de que tuviera razón es muy alta, pero aun así hice mi berrinche. Detesto cuando las cosas que planeo no resultan, y eso pasa muy seguido.


Desayunamos huevos con salchicha y tortillas de harina... tenia años que no me comía una tortilla de harina, y esas eran recién hechas... y un té helado. Cuando ando cruda no hay nada mejor para mí que un Arizona bien helado. Ya por la mañana andaba muy modosita, dijera mi mamá, ya no quería pelear, a penas si hablaba. Si, me sentía avergonzada por mi comportamiento de la noche anterior. Generalmente solo me tiro en la cama o en un sofá y me duermo. Pero ahora tenia motivaciones internas y mi lóbulo frontal estaba totalmente noqueado, salió el borracho enfadoso que hay dentro de todos nosotros. Me pase al menos una hora llorando “déjenme ir a mi casa”, “me quiero ir” y cosas por el estilo, como si me tuvieran secuestrada, hasta intenté escapar, pero fue sorprendida...


Joy se iba a quedar con mi carro para hacer algunas cosas, así que me llevaría a mi casa. Le pide a Brian las llaves, se nos queda viendo... ¡y levanta el colchón! Las había puesto ahí para que no pudiera encontrarlas. Sin duda fue el mejor escondite que pudo haber encontrado, nunca se me hubiera ocurrido buscarlas ahí. Pero algo faltaba... la llave del carro... solo estaba mi llavero de Pucca y la llave de mi casa. Nos quedamos viendo, como si los tres hubiéramos pensado lo mismo en ese instante... el forcejeo. Cuando llegamos a casa de Joy, después de que me aseguraron que yo no saldría de esa casa hasta la mañana siguiente, intenté robarme las llaves, y lo logré por un segundo, pero eran cuatro manos contra una mía. Era todo lo que sabíamos, después nos dimos cuenta que el arillo se abrió con tanto jaloneo, y la llave había quedado pegada en el switch del carro. Yo no pude hacer otra cosa más que reírme y jurar que no volvía a tomar, que lo dudo mucho.


Brian y algunos vecinos intentaron hacer una ganzúa con un gancho de ropa, pero no pudieron abrirlo, mi hermano tuvo que traerme la copia que tenia en mi casa. Yo no sé por qué no me fui con el a casa, pero no lo hice. Cuando pensamos que todo había pasado, nos subimos al carro. No habíamos avanzado dos cuadras cuando el carro se apago. Tuvimos que empujarlo para orillarlo y tratar de encenderlo de nuevo. No lo logré, así que ahí vamos caminando otra vez de regreso a casa de Joy, empezaba a sentir que nunca iba a llegar a mi casa. Brian fue a ver mi carro... lo encendió pero empezó a salir mucho humo, se baja y me pide que lo encienda para ver por qué sale humo... lo enciendo y algo sale volando... me dice “ya no... se reventó la banda”. No sé que sea ni para que sirva, pero ya se chingó.


Me regresé en camión a mi casa. Y la regañada por no avisar que no llegaba a la casa, aunque lo hice. Me tacharon de mentirosa, así que tuve que explicar todo lo anterior.

martes, octubre 06, 2009

Madres!

Tengo un chingo sin escribir algo en este pobre blog. Pero estando de 11 de la mañana a 10 de la noche en la escuela no queda tiempo ni ganas de andar de blogger. Menos ahora con esta jodida influenza que me dio, ya no siento lo duro sino lo tupido. Ya necesito unas vacaciones, o mejor aun... terminar la carrera, me conformo con las vacaciones.